Los “hermanos laicos” en la vida (y en la reflexión) de la Custodia

Los “hermanos laicos” en la vida (y en la reflexión) de la Custodia

La Custodia de Tierra Santa, así como toda la Orden franciscana, ha iniciado una reflexión sobre la vocación y el papel de los “hermanos laicos”.  Con esta expresión se denominan los religiosos que no son también clérigos. El lunes 22 de abril los “hermanos laicos” de la Custodia (en total, 34) se reunieron en Jerusalén para una jornada de estudio, reflexión y diálogo. También el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, participó en una sesión y celebró la misa para ellos.

En diálogo

Cerca de una quincena de hermanos se reunieron en los locales de la Curia. La mañana se abrió con una ponencia sobre algunas figuras de hermanos laicos en la historia de la Orden y otra sobre algunos aspectos del derecho canónico referentes a esta figura específica.  Entre otras cosas, un reciente rescripto del papa Francisco abrió las puertas a la posibilidad de nombrar o elegir hermanos laicos para funciones de gobierno de la Orden a todos los niveles. Los participantes mantuvieron un diálogo tranquilo y abierto entre ellos y con el Custodio. Por la tarde se reunieron de nuevo para continuar el debate, que desembocará en posibles propuestas para llevar al Capítulo general de la Custodia en 2025 y al encuentro de los hermanos laicos de toda la Orden, previsto también el próximo año.

Igual dignidad, distinto servicio

“Somos, ante todo y con la misma dignidad, “hermanos menores”. Las diferencias no se refieren a la dignidad sino al ministerio, es decir, al servicio que estamos llamados a desempeñar. No todos estamos llamados a hacer lo mismo”, subrayó el Custodio en su homilía. Es en este nivel donde reside la diferencia entre clérigos y laicos que, sobre todo en el pasado, se manifestaba en la distinción entre predicación y trabajo manual. Pero para todos, sin distinción, se aplican del mismo modo las indicaciones de San Francesco en la Regla.

Llamada original

La vida religiosa es la primera y común vocación de todos los Frailes Menores. Esta recibe su forma plena en la profesión solemne. Solo más tarde, en el camino formativo de la Orden, comienza el discernimiento para el sacerdocio. “Pidamos al Señor la gracia de redescubrir cada vez más nuestra dignidad común de llamados – dijo el Custodio en su homilía –- En un segundo momento, preguntémonos de qué manera concreta estamos llamados a ponernos al servicio de toda la Iglesia y de nuestra fraternidad. Finalmente, recordemos que seguir a Jesús significa estar dispuestos a dar la vida unos por otros, exactamente como él la dio por nosotros”.

Ser “hermano laico”

Ser hermano laico no es solo el resultado de elegir no ser clérigo, sino que es una verdadera decisión activa, una vocación que cada uno está llamado a descubrir, reconocer y abrazar. Los caminos que llevan a esta conciencia son diferentes. “Durante los años de formación, empecé a preguntarme si el Señor me estaba invitando a ofrecerme a él en la forma del sacerdocio o de otro modo”, explica fray Marco Maria Baldacci, vicesecretario de la Custodia. “Tras la profesión solemne, comencé un itinerario de discernimiento, pero en este momento no tengo elementos para decir con certeza que el Señor me está llamando al sacerdocio. Después de todo, nunca pensé que por no ser sacerdote me esté perdiendo parte de mi vida. Mi llamada es a ser franciscano en la Orden de los frailes menores. Siento que mi vida es completa y mi servicio total”.

Una identidad por descubrir

Actualmente, un número cada vez mayor de frailes recibe las órdenes sagradas como diácono o sacerdote, más del 80% en toda la orden. Esto, además de ser una riqueza, plantea cuestiones sobre la naturaleza de la Orden, sobre su dirección y su tipo de servicio a la Iglesia. “En la regla que profesamos – subraya el Custodio – nuestra identidad se expresa en pocas palabras: observar el Evangelio viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad. No existe una regla distinta para hermanos clérigos y laicos, no hay una identidad vocacional diferente. La labor de formación es ayudar a todos los hermanos a descubrir y redescubrir su identidad común de frailes menores. En la generación del postconcilio se intentó volver a esta identidad común y fundamental, entendiendo que se concreta también en distintos servicios”.

Misma clase

En Tierra Santa, muchos frailes que son sacerdotes desempeñan también cargos que no se estrictamente con el ministerio ordenado, como por ejemplo en el ámbito de la educación escolar. Algunos servicios suelen estar reservados a los hermanos laicos, como el de primer sacristán en los santuarios donde rige el Status Quo. Actualmente, también son hermanos laicos el responsable de la enfermería, el viceecónomo general y el del convento de San Salvador, y el vicesecretario de la Custodia. “El camino a seguir – según el Custodio – es superar algunas actitudes, a menudo inconscientes, residuo de una mentalidad clerical, según las cuales el sacerdote es considerado de una clase superior respecto a quien no lo es. No es así

Nadie debe ser forzado a convertirse en sacerdote si no se siente llamado. Por otro lado, nadie debe escoger el sacerdocio por conveniencia o para desempeñar ciertas funciones, afirma fray Marco Maria –. Ser sacerdote no es una llave maestra, al igual que ser hermano laico no es una limitación: es simplemente reconocer lo que el Señor nos llama a ser y aceptarlo, aunque a veces no coincida con nuestra propia idea inicial. Lo importante es la disponibilidad para lo que el Señor pide, de la forma que sea. De ello dependen la alegría al entregarse a Cristo y esa paz interior que nada ni nadie nos puede quitar.

Marinella Bandini